Con el trabajo a largo plazo de "La Montaña interior", Julio González intenta mostrar algunos de los momentos pasados durante años en la montaña. El motor vehicular del mismo siempre es el mismo, el antiguo, anarquista y lento acto de andar. Se aparta, temporalmente, de las máscaras sociales, del ruido, la velocidad y la compañía con el objetivo de vivir la experiencia, acercándose a la contemplación y  la presencia de lo bello y lo sublime. Camina, pernocta y escapa de cualquier tipo de domesticación en busca de la geografía de su propia emoción.