Una acequia abandonada en un paraje perdido de la Mancha es el protagonista cada año de dinamitar todos los controles físicos y sociales a los que nos someten cada día. Con una tabla bajo los pies como única posibilidad de combatir al omnipresente beneficio económico así como al calor del duro asfalto al caer una y otra vez, el canal ejecuta sentencia firme sin posibilidad de recurso alguno. El canal no perdona.